MI CONSULTORIO PERSONAL DE PSICOLOGÍA

CARTA DE UN HIJO A TODOS LOS PADRES

No me des todo lo que pido; a veces solo pido para ver hasta cuánto puedo pedir.
No me grites; te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mi también.
No me des siempre órdenes; si me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas buenas y malas.

Si me prometes un premio, dámelo. Si me hice merecedor de un castigo prometido, cúmplelo también.

No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana.
Si me haces lucir mejor que los demás, alguien puede sufrir.

Si me haces lucir peor, seré yo el que sufra.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.
Decide y mantén esa decisión si tu conciencia te dice que es correcto.
Déjame valerme por mí mismo; si haces todo por mí, nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por tí; me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
Cuando hago algo malo, procura no exigirme la explicación de por qué lo hice; a veces ni yo mismo lo sé.
Cuando descubras que te has equivocado en algo, admítelo; crecerá el amor que siento por tí, y me enseñarás a admitir también
mis errores.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que, porque somos familia, no quiere decir que no
podamos ser amigos también.
Cuando te cuente un problema, no me digas “No tengo tiempo para bobadas; eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme
y ayudarme.
Quiéreme y dímelo; a mí me gusta escuchártelo decir, aunque tú no lo creas necesario.

Aurelio Mejía

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